Un México en paz sí es posible

Un México en paz sí es posible

Por: Enrique Alejandro Sierra Vélez, México.

El humano es un ser adaptable, no importa si el entorno es ameno o adverso éste logrará generar las condiciones que le permitan sobrevivir: ya sea en el desierto o en las selvas tropicales, en ciudades o pueblos, en regímenes democráticos o dictatoriales, el ser humano se adaptará. Esto más allá de ser benéfico o negativo, simplemente es y nos ha permitido llegar a donde estamos hoy en día como especie.

Normalicemos la Paz

Imagen Artículo Enrique Sierra VelezSiguiendo esta afirmación, quiero exponer brevemente el caso mexicano en lo referente a la violencia, pues ésta ha alcanzado niveles alarmantes y va en aumento.
México vive una ola de violencia que parece no tener fin y la realidad no me dejará mentir, solo hace falta ojear cualquier periódico, cualquier día. Esta situación es como una espiral perversa que se produce y reproduce constantemente dejando a su paso dolor y sufrimiento. Además, esta situación ha generado diversos efectos en la sociedad que me parecen muy peligrosos. No solo la hemos normalizado, sino que, en algunos casos, la añoramos, estoy pensando la narcocultura.
Por mi parte no creo que esta situación sea culpa de los individuos sino del entrono pues, como mencioné anteriormente, el ser humano es adaptable a cualquier tipo de contexto y encontrará la manera de sobrevivir en el mismo: El individuo es producto de su entorno y, a su vez, éste lo modifica. Con esto, no quiero justificar la terrible realidad que vivimos en México, pero me parece muy simplista atender con medidas coercitivas que impactan sobre los individuos y dejar de lado las medidas que van directo a la raíz del problema, pues claramente éste es un problema social y debe ser atendido como tal: de manera transversal y con miras al corto, mediano y largo plazo.

Para profundizar en lo anterior, quiero poner de ejemplo un caso hipotético: Un niño de bajos recursos  sin intención de criminalizar la pobreza- nace y crece en el seno de una familia en donde los padres pelean entre sí y en donde éstos, a su vez, insultan y golpean a sus hijos cada vez que se portan mal. Este niño ha aprendido a dirimir sus conflictos mediante la violencia y a relacionarse de esta manera. Al ir a la escuela, este niño bullea a sus compañerxs y reproduce lo aprendido en casa. Algunos de sus amigxs viven una situación similar y juntos bullean a lxs demás. Por su parte, los maestros regañan y amenazan al niño y lo llevan a la dirección, donde les hablan a sus padres, los cuales, a su vez, lo insultarán o golpearán. Por si fuera poco, el barrio en el que vive es peligroso y hay mucha delincuencia, por lo que pelearse es algo recurrente. Así mismo, el niño ve la televisión, la cual le muestra, por un lado, violencias sutiles hacia diferentes grupos sociales, como las mujeres, y le hace aspirar a cierto estilo de vida. Además, ve en los noticieros que la situación de violencia está igual en todo el país, es decir, es normal. De esta manera, nuestro hipotético personaje va creciendo en este entorno y una vez llegado a una edad en la que tiene que trabajar, se da cuenta que los trabajos, si es que los encuentra, son mal remunerados y no le permiten acceder al estilo de vida que se le obliga a aspirar a través de los medios y de la propia sociedad. Finalmente, nuestro personaje se da cuenta que la única manera que tiene para vivir la vida que desea es a través del crimen organizado. El resto es historia, y lo podemos corroborar viendo las cárceles mexicanas, sobrepobladas de jóvenes pobres que han crecido en entornos violentos y que han sido marginados sistemáticamente.

El anterior es un caso extremo, aunque común en México. Sin embargo, lo que quiero enfatizar es que en nuestro país hay muy pocos espacios libres de violencia y que, si a eso le añadimos la falta de oportunidades, la desigualdad, la marginación social y la nula educación para la inteligencia emocional tenemos un caldo de cultivo que da forma a la realidad mexicana contemporánea.

Por lo tanto, lo que quiero proponer aquí es que es urgente que se comience a fomentar una cultura de paz -materias en las escuelas, creación de espacios culturales públicos, creación de escuelas para promotores de paz– para poder mostrar a la sociedad que otro camino sí es posible, y que todos participemos.

Lo que yo propongo es que hay que normalizar la paz, cambiemos la manera en que nos relacionamos con las demás personas y con nosotrxs mismxs pues los insultos entre amigos, los chistes misóginos, el hablar mal de otras personas, no escuchar las opiniones diferentes a las nuestras, hacernos daño a nosotros mismos a través de acciones como beber en exceso o comer mal, ser rencorosos, etc, son expresiones de la violencia, y ésta tiende a aumentar como una fogata a la que se le añade más leña (o gasolina) si no se actúa de manera consciente y con miras a no reproducirla. Aprovechemos la gran capacidad de adaptación del ser humano, para vivir en armonía con nuestro entorno.

Normalicemos vivir en paz.